A mi me gustaría que en el momento de situarse frente a mi mirada y mi cámara, en mi –habitación de retratar-, los candidatos a la «posteridad» (léase tiempo detenido en los haluros), fueran completamente conscientes de estar siendo fotografiados. Lo que pase después, ya veremos. Podremos reír o llorar, pero lo importante es que cada uno seamos dueños de nuestro papel en la obra. Si pasa algo trascendente será mérito de ambos, si no habremos perdido la oportunidad de acercarnos o tocar un momento único; y será así porque la cámara es mágica, al menos la mía lo es. «En el fondo, una foto se parece a cualquiera excepto a aquel a quien representa. Pues el parecido remite a la identidad del sujeto, lo cual es irrisorio, puramente civil, incluso penal; el parecido me lo ofrece «en tanto que es él mismo» mientras que yo quiero un sujeto «tal como él mismo». R. Barthes. Me sentí algo más aliviado; al menos, todas las digresiones que se me habían ido ocurriendo, acompañado póstumamente por Barthes, habían conseguido darme ánimos para empezar. Me senté a descansar y a esperar al primer amigo.
17 DICIEMBRE 2008
© 2008 pepe fuentes