He expuesto poco a lo largo de mi «periplo» fotográfico y, desde luego, estoy firmemente decidido a no volver a hacerlo nunca más; pensando mejor el nombre que me di ayer, cambiaré de idea: mejor reconstruirme y llamarme «el desconfiado Mister NO«. Vuelvo a la exposición, si es que se puede llamar así, porque poco tenía que ver con la acepción clásica del hecho; es decir, sala diseñada y dedicada a esos fines, número de obras suficiente (no menos de 30 ó 40), de tamaño medio (por ejemplo 50 * 60 cm.), inauguración ceremoniosa, entrevista de medios, en fin, esas cosas que hace mantener la ilusión de que esas representaciones merecen la pena y tienen algún interés. La inauguración fue en Octubre, y la liturgia habitual de esos fastuosos momentos se limitó a una copa de vino (de calidad dudosa) y unas tristes patatas fritas y cacahuetes. Asistió una muchedumbre compuesta por ocho personas que prestaron bastante más atención a las patatas que a las fotografías (no les reprocho su desatenta e interesada lucidez: era la mejor opción para ese momento de su vida, seguro). Ah, esta fotografía también estuvo en la dichosa exposición.
21 DICIEMBRE 2008
© 2003 pepe fuentes