Domingo: descanso de no hacer nada. Uno de mis escritores de culto, Vila Matas, en su Dietario voluble (¿cómo no iba a interesarme un libro con ese título? Esto es lo mismo, con menos importancia literaria, pero fotográficamente incomparablemente más surtido; aunque sólo sea porque Vila Matas, no fotografía, que yo sepa) escribe: «Nada me parece tan plúmbeo como los domingos…» Más adelante, también dice: «En los domingos, por ejemplo, hasta respirar se convierte en un lamento. Y es que en los domingos uno siente que han dejado de existir las relaciones entre las personas y las actividades de cualquier tipo». No comparto todas las sensaciones con Vila Matas, ni mucho menos: a mí los domingos me encantan, precisamente por las mismas razones que no le gustan a él.
1 FEBRERO 2009
© 1999 pepe fuentes