Lo cierto es que a mí, los lunes me dan un poco igual. También los martes. Hoy es martes y tengo la impresión de que nada de lo que pueda suceder me importa verdaderamente (salvo noticias inesperadas e indeseables). Aspiro a la máxima irresponsabilidad (o indiferencia; en relación al mundo, claro), aunque siempre procuro ser respetuoso con los demás y no hacer daño a nadie; a partir de ahí, lo que pase me trae sin cuidado. Una de mis ocupaciones más estables en mi vida ha sido la de informarme de la actualidad cultural y artística. Ahora, apilo en un rincón los suplementos culturales sin leer. Es el momento de asumir tranquilamente que ya no me queda casi nada por hacer.