«Lo soy todo menos un escritor de libros. Mi tarea consiste en dar forma a mi vida. Es mi único oficio, mi única vocación.» Michel de Montaigne. En mi caso, siento lo mismo: no solo no soy escritor (aunque reconozco que siento debilidad por ellos), sino tampoco fotógrafo (lo que se entiende como especialista de esa materia). La fotografía es para mí únicamente un soporte donde puedo depositar mis observaciones de lo que me rodea y que percibo o intuyo son un reflejo de lo que siento. Mis fotografías son mis claroscuros. El que sean artísticas o no me trae sin cuidado; es más, prefiero que no sean sospechosas de serlo, porque no están realizadas con esa intención. Más aún, la intencionalidad artístico-fotográfica, a estas alturas, después del afortunado o desgraciado advenimiento del photoshop, me parece una soberana tontería. Quizá fuera conveniente redefinir conceptos: dejar como fotografía lo que fue y a lo nuevo llamarlo de otra forma, porque ya no es la luz lo definitorio sino el ratón: se podría denominar «ratóngrafía» (los artífices serían ratóngráfos), con dos acentos, además, para que sea más artística.
25 FEBRERO 2009
© 1999 pepe fuentes