…Nada más verte te reconocí como uno de los míos, no en vano nos habíamos criado en los mismos paisajes y entre el mismo tipo de gentes. También me pareció que teníamos en común la necesidad de alejarnos de esas circunstancias tan invivibles: estábamos sedientos de lo que, sin saber nombrar y ni siquiera entender, intuíamos como modernidad. Pero claro, no era fácil, no nos habíamos criado como niños de ciudad y no podíamos evitar un cierto sentimiento de inferioridad. Maldita sea. Qué hacíamos para soportar ese lastre: hablábamos mucho; sí, quizá buscábamos con nuestras interminables charlas crearnos un mundo propio, compartido y por lo tanto más sólido y abrigado. Aunque tenía un efecto perverso: nos aislaba.
15 MARZO 2009
© 2008 pepe fuentes