…Recuerdo muy bien, Jesús, y supongo que tú también, que durante mucho tiempo, a la siete y media o las ocho de la tarde, cuando salíamos de nuestros tristes y modestísimos trabajos sin futuro, nos encontrábamos en la plaza de la ciudad (la innombrable) y bajábamos hacia nuestro feo barrio, despacio, charlando de lo que nos sucedía y del fin de semana anterior, en el que, una vez más, no habíamos conseguido ligar: las chicas estupendas y las que no lo eran tanto, se habían ido con otros. Como siempre, el éxito era cosa de otros. Éramos adolescentes que habíamos abandonado el colegio casi antes de que pudiéramos darnos cuenta que habíamos estado en él. No recuerdo cual fue tu por qué pero sí el mío: no valía para estudiar. ¡Lo que faltaba a nuestra inseguridad! …
16 MARZO 2009
© 2008 pepe fuentes