…No sé cuánto tiempo mantuvimos el acompañarnos caminando a la caída de la tarde hacia nuestro humilde barrio, porque encima esa era otra circunstancia en contra: vivíamos en el barrio menos apreciado de la ciudad. Bajábamos charlando hasta la puerta de la estación de tren, allí nos parábamos y continuábamos otro buen rato; luego, cada uno seguía hasta su casa. No sé, quizá dos años, aunque intermitentemente. El caso es que creamos entre nosotros una complicidad afectiva desde la que intentábamos aprender a ser un poco más de lo que éramos. Poco después de los dieciocho años hicimos un viaje solos en el estupendo coche de tu padre. Era el primer viaje independiente que hacíamos en nuestra vida. Fuimos a Galicia en dos o tres etapas y, acuérdate, no sé si esa fue la primera vez que vimos el mar o fue en otro viaje, pero lo que es seguro es que lo vimos por primera vez juntos. Esa es una experiencia compartida que ya no nos quita nadie.
17 MARZO 2009
© 2008 pepe fuentes