«Pasármelo bien era todo lo que pedía la vida.
Enfrentado a mis demonios busco ganarme a mi mismo.
Quizás este sea el destino del viaje». Alberto García-Alix
Claro, es tan importante pasarlo bien para crear; o al menos intentarlo. No creo que alguien tedioso pueda crear algo que sea transmisible a los demás, a no ser que quiera matarlos de aburrimiento, claro. Ese ha sido siempre mi problema como presunto creador: básicamente soy un tipo aburrido y lo practico frecuentemente; o al menos no me divierto todo lo que me gustaría. Demasiados miedos. Los cobardes no serán artistas verdaderos nunca. El arte es heroicidad, también. Las fotografías de García-Alix desprenden palpitaciones que suenan a verdad y dolor; a deseos y risas; a vida y muerte; pero nunca a aburrimiento. No, sus fotografías no son virtuosismos esteticistas y vacuos. Tampoco recopilaciones de imágenes que pretendan explicar horrorosamente cualquier concepto irrelevante, como los de la exposición que acababa de mirar y apenas ver (Zoe Leonard); sino bellos y convulsos intentos de atrapar la esencia de la vida, a través de la suya, con una cámara en la mano, porque es fotógrafo.