18 ABRIL 2009

También me han impresionado sus fotografías de edificios, altas ventanas, tapias, pasillos, paredes, texturas; todas ellas, de la misma calidad y profundidad que sus retratos. Son obra de la misma mirada, de la misma sensibilidad, y están hechas con el mismo corazón. Los árboles, no son árboles, sino una amalgama de ramificaciones negras y atormentadas, sobre la densidad gris de un cielo que se convierte en telón de fondo del pánico al vacío. No, no son sólo árboles, como tampoco son únicamente formas sus fotografías de estructuras metálicas, así como sus pasillos blancos e inquietantes dejan de serlo para convertirse en espacios neutros, oníricos y asfixiantes que transmiten la ominosa sensación de ser un tránsito al más allá.
 
Bajo la luz de las tapias, todo lo bueno y lo malo.
Bajo la luz de las tapias, obcecados en salir adelante.
Bajo la luz de las tapias, el abismo de mis emociones.
La lujuria. Los eternos deseos. Los silencios. Los ruidos. Las risas…
Alberto García-Alix