Además, se muestran bastante indiferentes a las gentes que pasamos por delante de sus establecimientos; deben saber que la mayoría somos curiosos o fotógrafos como yo y que no sacarán nada de nosotros. Lo lamento, porque si se mostraran simpáticos y me sonrieran o saludaran, me permitiría charlar con ellos y entretenerme más todavía y, quien sabe, a lo mejor, conseguir llevarme alguno de sus insondables secretos. A veces veo obras que me hacen mirar atentamente al galerista, y alternativamente a uno y a otra, y preguntarme cómo es posible que, con ese aspecto, tengan colgado en su escaparate algo así. No suelo entenderlo y eso me produce desazón. Pero bueno, de todas formas no me viene mal que no me hagan ni caso, porque así puedo fotografiarles sin que sospechen de mis aviesas intenciones.
24 ABRIL 2009
© 2009 pepe fuentes