Como decía anteayer, a propósito del influjo que ejercen sobre mi algunos pintores, de Giorgio De Chirico me resulta especialmente sugestiva la etapa que alguien decidió definir o llamar metafísica (excelente concepto, por otra parte). Cuando veo una de esas obras, me entran unas ganas irreprimibles de coger la cámara y salir fuera a ver si consigo hacer algo parecido. Es como si tocaran exactamente el centro mismo de mi «instinto» o necesidad de hacer. Hace un tiempo, dejándome llevar por el entusiasmo que me despierta este pintor, aunque no todo lo que hizo, decidí leer sus memorias y sólo pude llegar a la mitad: repetía con demasiada frecuencia lo inmensamente inteligente e impresionante artista que era. No soporto la pretenciosidad, por necia y enojosa. Mejor este De Chirico, el que me impulsa a fotografiar: «En Turín todo es aparición. Uno llega a una plaza y se da de bruces con un hombre de piedra que te mira como sólo son capaces de hacerlo las estatuas». Giorgio de Chirico. Esta fotografía -casi artística, y ojalá metafísica- no es de Turín (no he estado en esa ciudad), sino del lado izquierdo de las Minas de San Quintín, según iba.
22 MAYO 2009
© 2009 pepe fuentes