Seguí a lo mío: caminar como un autómata por un escenario de tierras removidas, amontonadas, abandonadas. Ahora ya no se adivinaba ninguna lógica en todo ese esforzado movimiento y eso es lo que más me interesa de lugares así. Al fin y al cabo yo hago lo mismo, casi a diario. Qué sentido puede tener desplazarme a ciento cincuenta kilómetros de mi casa y cargar durante horas con la cámara y trípode por un paisaje absurdo…? Ninguno. Esa es mi única finalidad fotográfica y existencial: ninguna. Pero no puede ser de otra forma porque entonces no sería quien soy, sino cualquier fotógrafo útil a la sociedad, que haría reportajes sociológicos cargados de mensajes y estúpida obviedad. Qué zurzan a todos los fotógrafos bienintencionados, creyentes en general o subvencionados por la alianza de civilizaciones y las otras. Todas.
25 MAYO 2009
© 2009 pepe fuentes