Veintiuno de mayo, jueves, por la tarde:
No se me ocurre ni una sola idea:
mejor, porque así no estropeo
un excelente día de sol.
Luego, antes del suplicio del Super,
una vuelta con Luís Cernuda,
recitando en el Ipod,
qué gran poeta y que voz
y recitado tan soso.
«Abajo todo, todo, excepto la derrota»
Luis Cernuda
Después del Super, donde,
una vez más,
no me he encontrado
con ninguna atractiva cajera;
un par de horas de irritantes tareas
domésticas. Me impacientan.
La terminación de la tarde
también es insustancial:
dos horas deambulando
entre unas cosas y otras
sin nada que paladear.