También en Mayo, otra excursión primaveral. Esta vez al norte. Decidí ir a un lugar al que me llevaron de excursión cuando niño y que casi no recordaba. Me sorprendió: han pasado tantos años y tantas cosas. Es un lugar excesivo y anormal; lo era entonces (supongo) y lo sigue siendo ahora. Al llegar me di cuenta de que hacía un frío espantoso, al menos para la poca ropa que llevaba: en mi casa hacía sol, lo que provocó que me equivocara vistiéndome veraniegamente. Allí también estaba presente el sol, pero además estaba el invisible y artero aíre helado. No obstante, apreté los dientes y me dispuse a sufrir y tiritar. No tenía ni idea de lo que me encontraría en el desmesurado y megalómano escenario, sueño de un dictador pequeño y contumaz. Qué me podría ofrecer ese extravagante sitio una mañana fría de primavera? No lo sabía y por eso decidí ir inmediatamente. No son muchos los lugares de los alrededores que puedo encerrar entre interrogantes.
3 JULIO 2009
© 2009 pepe fuentes