REFLEXIÓN SOBRE HACER LAS COSAS DE CUALQUIER FORMA, POR EJEMPLO PENSANDO EN OTRAS, O UNA INFUNDADA CRÍTICA A LA PUREZA:
«La vida es lo que sucede mientras haces otros planes». John Lennon
Como soy hombre de orden, y ciudadano ideal, según vengo repitiendo aquí con frecuencia, no me atrevo a hacer las cosas de forma descuidada. Aunque creo que en muchas ocasiones me salen mal por indolencia o falta de concentración, lo que resulta doblemente negativo: falta de intención y atención. Sin embargo, no consigo proponerme, por ejemplo -voy a hacer esta fotografía de cualquier forma, me da igual como salga-. No, normalmente, ni se me ocurre. ¿Y por qué?, me pregunto. Debe ser por una concepción de valores sacralizados, unívocos y quizá también estrechos y previsibles. O tal vez, porque no obtendría nada a cambio, como por ejemplo el delincuente que actúa sin atender a valores universalmente aceptados, sino buscando el beneficio propio. Haciendo las cosas mal no obtendré nada, me digo. El problema es que concentrándome en intentar realizarlas bien, tampoco, y corro el riesgo de asfixiar mi deseada imaginación despreocupada. Aunque, bien mirado, hacerlas de forma descuidada y desconcentrada, es quizá peor aún, pues ni siquiera existe el propósito; sólo ineptitud e inercia embrutecida, y eso es infame. Por otra parte, el que me dé igual publicar una mala fotografía, aquí, en este diario, que potencialmente puede ver todo el mundo, contribuye a reforzar mi aspiración a la máxima irresponsabilidad sobre lo que hago, y eso creo que es bueno para mí; consigo levantarme un palmo sobre el suelo, no es mucho, pero algo es algo. En fin, podría ponerme un innecesario objetivo: conseguir que este sitio no lo visite absolutamente nadie, aunque ni así tendría la certeza de estar haciéndolo adecuadamente; es decir, muy relajadamente. Otro ejemplo: la fotografía de hoy creo que es bastante mala, y a la reflexión le falta rigor intelectual por todas partes, pero, sin embargo, me lo he pasado estupendamente urdiendo este bodrio. Es más, creo que he conseguido elaborar una reflexión completamente confusa y que no me preocupe en absoluto; luego progreso adecuadamente. La enseñanza superflua de hoy es: -mejor hacer, siempre, aunque con resultados dudosos e inclusos detestables, que no hacer por miedo a la imperfección-.
«Mi repugnancia por la mentira me ha matado la imaginación». Jules Renard