…Observé que en uno de los lados de la entrada desde la calle, de superficie metálica, se reflejaban las figuras de las personas que circulaban por allí. Me dije: –parece que este efecto puede ser «artístico»- Fotografié, aunque parecía un recurso fácil y algo tonto. Detrás de mí había un chico joven que observó mi «creativa» maniobra. Portaba una bolsa y de ella sacó una cámara (parecía que llevaba alguna más). Empezó a fotografiar desde el mismo sitio que yo lo había hecho y aparentemente al mismo motivo, me dije –vaya me ha salido un discípulo espontáneo, éste si debe saber que soy un «insigne fotógrafo artista» y no como los vigilantes del Museo– Así que, para celebrarlo, me dedique a fotografiarle a él, mi único, desconocido y efímero discípulo en toda mi vida «artística»…