21 SEPTIEMBRE 2009

Kafka en la Orilla también habla del olvido y del amor, y de la muerte, y de la belleza, y de la amistad, y del misterio, y de lo  inverosímil. Por eso y otras cosas me gusta tanto Murakami. También de la aventura de vivir, y de la imposibilidad, y de lo fatídico, y de la soledad, y de la generosidad, y del apasionamiento, y de la sexualidad, o quizá del erotismo. Sí, por todo eso también me gusta Murakami. Los personajes de sus historias son enigmáticos y diferentes: todos bellos, pero condenados; aunque algunos se salven en el último momento. Una vez que han vivido en la prodigiosa historia creada por Murakami, ya son otros. A mi me gustaría vivir en uno de sus relatos, porque son hermosos, aunque tremendamente peligrosos. En ellos puede ocurrir cualquier cosa, inesperadamente. Nadie es lo que parece y tampoco nadie está a salvo de nada. Por razones parecidas, a mi me gusta fotografiar a personajes que aparentemente viven en mundos tan inaccesibles y alejados del mío.