Salimos del cementerio. Me sentía muy satisfecho de la visita. Descansamos un rato en una taberna, justo al lado. Después, más contento aún por un suculento almuerzo que habíamos tomado, hice algunas fotografías de este edificio. Los hombres sentados delante, en un pretil, no afeaban mis intenciones sino todo lo contrario: colaboraron inadvertidamente. Edimburgo empezaba a mostrarse como una ciudad muy estimulante. Nos marchamos despacio hacia la zona histórica. El cielo estaba poblándose de nubes que auguraban lluvia…
18 OCTUBRE 2009
© 2009 pepe fuentes