…Salí de mi casa a las ocho de la mañana. Me dirigí al sur. Pretendía llegar hasta Puertollano. Suponía que allí encontraría restos mineros con los que conseguiría componer unas fotografías fabulosas y así seguir acrecentando mi gloria. Me gusta mucho la arqueología industrial. El camino hasta Ciudad Real, a ciento quince kilómetros, no me deparó ningún encuentro fotográfico. Unos kilómetros más adelante, me encontré con un desvío hacia un nuevo aeropuerto, el de Ciudad Real. No me resistí a darme una vuelta por lo que suponía un lugar insólito. A veces los aeropuertos me gustan. Otras no. Hacía algo de frío en la estepa manchega. No se veía a nadie por ningún lado. Aparqué frente a la puerta de la terminal de pasajeros sin que nadie me lo impidiera. Me dio pereza coger la cámara y entré en el vestíbulo de la planta baja, con las manos en los bolsillos y los auriculares del Ipod en las orejas. Sonaba un programa de radio clásica que me gusta mucho: música de nadie. Apropiado: en la sala de llegadas tampoco había nadie. En una sola pantalla iluminada estaba anunciada la llegada de un único vuelo, de Palma de Mallorca, a las 16:30. No esperé, sobre todo porque eran las diez de la mañana… (de este momento no tengo fotografía, pero puede valer la que incluyo; es del paisaje de la zona y del mismo día).
3 NOVIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes