…Durante la primera hora y media fotografié bastante, dejándome llevar por una entusiasmo pueril. Pero la idiocia no me había poseído del todo; me daba cuenta de que lo que colocaba en mi visor apenas si conseguía entretenerme. La sonrisa floja del principio fue congelándose y empecé a sospechar que todo era más previsible y decepcionante de lo que esperaba. No obstante, no quería rendirme. El sol seguía inmutable, brillando con ganas. Las gentes seguían a sus cosas. La decepción, escéptica por naturaleza, comenzó a hacerme guiños, avisándome que ella, aunque no la había invitado, también se había venido al Microviaje. Pues qué bien, me dije, estamos todos. Me sacudí un poco la felicidad bobalicona a la que me había entregado, y pude ver con claridad que, a no ser que a la vuelta de una esquina me encontrara con un prodigio improbable, la fotografía de mi vida, en Ávila, no la encontraría. Ni siquiera «mi» fotografía de la ciudad…
21 NOVIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes