Una aproximación a puertas y ventanas cerradas; a calles vacías; a una ciudad escondida en si misma. Es la mía: la ciudad imposible. Lunes, seis de la tarde. Di una vuelta por la ciudad vieja. Quería comprobar si teníamos algo que decirnos en tiempo otoñal. No tengo preferencias por ninguna zona en especial. Todas se parecen. Vi algunas cosas; otras no. No llevaba cámara y así veo menos: ella es mi lupa para ver mejor las cosas; por fuera y por dentro. Martes: salí hacia la ciudad a las cuatro, pretendía fotografiar en los sitios por los que pasé el lunes al anochecer y, aunque era antes, me dije que así calentaba la mirada (del espíritu no había noticias). Deambulé por calles estrechas y callejones sombríos. Al doblar esquinas, me encontré varias veces con un grupo de cuatro personas, muy parecido a una familia de turistas exploradores. No llevaban plano y parecían perdidos. En ésta calle desaparecieron al fondo mientras yo montaba el trípode y la cámara. Me habría gustado fotografiar su desorientación (su aspecto físico carecía de interés)…
1 DICIEMBRE 2009
© 2009 pepe fuentes