…Gentes que parecían habitar el edificio, salían de las puertas cerradas de los laterales, cruzaban rápidos el patio, me miraban de reojo desconfiadamente, y desaparecían a través de alguna de las puertas de enfrente. Otras veces lo hacían en sentido contrario, solos o en pequeño grupos. Caminaban rápido, en silencio. Parecía que se traían algo entre manos. Ninguno me dijo nada. Yo a ellos tampoco. Seguí a lo mío. Algunos llegaban del exterior, entraban en el patio y se dirigían a alguna de las puertas por la que entraban rápidamente…
8 ENERO 2010
© 2009 pepe fuentes