…Terminé el café. El periódico se me había acabado enseguida, no daba mucho de si: en cada una de las páginas había noticias locales, ilustradas con fotografías de gentes feísimas sentadas frente a mesas largas con micrófonos. No me enteré de qué hablaban; supongo que de intereses generales y de los suyos, aunque esos no los mencionaran. No engañan a nadie: en el fondo, todos sabemos que siempre hablamos de nosotros mismos. Un camarero joven contaba a un compañero que el pasado sábado, de madrugada, se pegó con alguien. No tenía señales en la cara, pero sí tatuajes en los brazos. A mi lado, otro joven también tomaba un café. A éste no se le veían tatuajes, pero sí una especie de aro o argolla en el centro de la nariz. No tenía señales de peleas recientes; sólo de estulticia asomándose ya a su cara. Me voy a mi casa.
26 ENERO 2010
© 2009 pepe fuentes