Lunes, once de enero. El paisaje del amanecer es blanco. Últimamente nieva mucho por aquí. No me agrada ni el frío ni la nieve, aunque sí que los días sean cortos. Me refugio en mi estudio y apenas miro el frío que me rodea. Paso el día en un estado de persistente y abúlica dispersión. Mis lunes suelen ser así (lo malo es que otros días de la semana me pasa lo mismo). Leo y leo semanarios culturales atrasados, pero sólo me entero de algunas cosas (pocas, por mi incontrolada desconcentración). Por ejemplo, que Wislawa Szymborska, ganó el premio Nobel de literatura de 1996. Mi acrisolada y vastísima incultura me ha posibilitado no saber nada, hasta hoy, de esta, al parecer, espléndida poeta. No obstante, para redimirme un poco, añadiré algunos de los versos que incorpora Benjamín Prado a su reseña sobre el último libro publicado de esta autora: Aquí
«La vida en la tierra sale bastante barata.
Por lo sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo»
Parece ser, a juicio de Prado, «que esta mujer ni deja de sonreír ni se rinde«. En otro de sus versos dice: «El tiempo apremia. Escribo»
Mi atolondrado lunes quizá no sea tan estéril, sobre todo si consigo retener y hacer un poco mía tan alentadora actitud ante la vida. Pienso, de pasada, que no todo está perdido; aunque haya amanecido en lunes y nevado.