Crónica de los Lunes II. En el fin de semana ha hecho acto de presencia la indecisión, en varios momentos. Es una maldita reacción que te condena a la inhibición y de ahí a la decepción y a la pérdida. De la indecisión no se obtiene nada, nunca, sólo insatisfacción. Quizá pueda salvarte de algún problema, pero será por casualidad y casi nunca llega a saberse. El origen de todo es el miedo, que no la prudencia, que a veces puede ser rentable. En la prudencia se manejan distintas opciones y se elige la alternativa más beneficiosa, al menos aparentemente. Pero, no se puede ser prudente siempre, a no ser que lo anodino sea una razón de ser. La crónica imaginaria:
«-Ella habla y habla sin parar y nosotros intentando meter baza y provocando sus contradicciones-. -Todo es terriblemente previsible-. -Alguien nos cuenta, a grandes rasgos, un viaje Tailandia, pero a mi me importa poco ese lejano lugar. Soy de la misma opinión de alguien que dijo (no estoy muy seguro de quién fue) que «cuanto más lejos se sale, menos se aprende»-. -Él no tiene arreglo, sigue en lo mismo, indeciso y medroso siempre. Una cosa es cierta, casi somos iguales-.» Fin.