Ocho de febrero, lunes, por la tarde. Me voy a los cerros de alrededor. Amenaza lluvia y el sol entra y sale de escena a intervalos imprevisibles. La tarde es hermosa y mi sombra a veces se deja ver tímidamente. Es culpa del sol que mira desde atrás. No tengo prisa. Mi estado de ánimo es impreciso, aunque predomina una cierta tristeza. No hay nadie en todo el campo que puedo divisar. Oigo música de Schönberg y a veces la escucho (cuando no fotografío). Me gusta mucho. Busco una frase suya y encuentro ésta: «Soy esclavo de un poder interior más poderoso que mi educación«. Normalmente es así en los artistas; aunque también en los asesinos… en los exhibicionistas…