…Sin darme cuenta era hora de comer. La variada y abundante proliferación de arte por doquier no habían neutralizado mis más elementales necesidades. Entré en un autoservicio de comida y pedí un espantoso menú tipo: -comida industrial que no sabe a nada-. Detrás de mí pidió una mujer de unos cuarenta y cinco años. Se sentó en una mesa frente a la mía, a unos tres o cuatro metros (no tengo su fotografía porque no soy un reportero, así que hoy pongo la de este individuo que seguro que se ha estropeado por comer en sitios así)…
22 MARZO 2010
© 2010 pepe fuentes