…No, a estas alturas de mi vida, considero completamente prescindibles las experiencias tensas y aparatosas. Por el contrario, sí me parecen deseables los momentos vitalmente sustanciosos, saladitos, y salpicados de una sabia mezcla de risa, emoción, cierta tensión, exigencia vital y contenidos entretenidos que nos enriquezcan la vida, a mí y a los que compartan conmigo un rato. Gozar de la vida, ese es el asunto. Así me gustaría que fueran las cosas la mayor parte del tiempo. Mi propósito como retratista pasa por la complicidad con otras personas, y esa es una circunstancia nefasta dada mi incompetencia como ser sociable y capaz de encontrar y mantener relaciones jugosas. ¡Cuanto tiempo perdido en contactos sociales y personales estériles! Como dijo sabiamente Antonio Porchia: «Cuando no puedes hacerme reír o llorar, sólo puedes cansarme»…