…Vuelvo a la dichosa fotografía: esperé unos días impaciente, imaginando que de las secretas ceremonias alquímicas oficiadas por los hermanos fotógrafos, con sus incomprensibles y desconocidos artilugios, sólo podría revelarse un esplendoroso resultado. Esa espera, intranquila pero ilusionada, formaba parte de la deseada mutación de mi ser; sin ella, mis incesantes expectativas no habrían sido lentamente soñadas. Era una cuestión de fe en mí y en –foto arte San José-. Es sencillamente inimaginable, como ahora sucede en los parques de atracciones, que la fotografía me la hubieran dado al salir. ¿Qué ha sido de la fotografía como revelación por fin revelada? Sencillamente, se ha acabado. Como no tengo fotografía que pueda ilustrar semejante estado de ánimo, vuelvo a los buenos fotógrafos de la ciudad: -Foto Rodríguez-. Fueron dos generaciones de fotógrafos (o quizá más). Conocí a los dos últimos, hermanos, ancianos ya y a punto de cerrar definitivamente su negocio (les compré algunas copias de sus fotografías de la ciudad en dieciocho por veinticuatro centímetros). Realizaron una ingente obra fotográfica sobre la ciudad a lo largo de decenas de años. No sé que habrá sido de su enorme archivo. Aunque sin pretensiones «creativas» sus fotografías eran técnicamente impecables, descriptivas y honestas. Amaban la fotografía, sin duda…
8 ABRIL 2010
© pepe fuentes