Mi –habitación de retratar-, sin cortinas pero con moqueta, probablemente sea un trasunto de aquellos sueños que sentí en mi adolescencia, pero esta vez soy yo el «artífice-fotógrafo», manipulador de los elementos para intentar extraer las luces y las sombras de los retratados. El imperioso deseo (el mío, y supongo que también el de ellos) es que lo que nos salga nos haga felices un instante; que nos reconozcamos como retratista y retratado. Es un bello propósito, aunque no sé si será compartible. El hecho fotográfico se ha banalizado sin remedio. Ya nadie se mira anhelante en un objetivo fotográfico, ahora hay teléfonos móviles con cámara, para qué más. No lo lamento, a mi me parecen bien todos los medios actuales, sólo que me gustaría poder seguir soñando con el hecho trascendente de la fotografía revelación, infrecuente, pero sublime cuando aparece…
10 ABRIL 2010
© 2009 pepe fuentes