…Ante los demás, que miran al objetivo de mi cámara, siento un cierto pudor; su vida está ahí, a mi alcance, contenida en su cuerpo, en su rostro, en sus manos, en sus ojos, en la determinación de su expresión, y también, a veces, en la vaciedad temerosa de su mirada. Cuando soy consciente de eso (no siempre lo soy), siento algo parecido a la impotencia culpable. No obstante seguiré. Es mi momento de hacer retratos. Si no es ahora, no será nunca. Si no llego por debilidad, abulia, desmotivación, escepticismo y otras abstinencias diversas, me pesará siempre porque me faltará algo muy importante. Para mí, que pruebo con casi todo, no hay nada tan emocionante como tener delante de mi vieja cámara grande a una persona. No habrá personajes célebres o famosos porque no conozco a nadie que lo sea y tampoco los buscaré. Me encantará encontrarme con aquellos que vengan a mi –habitación de retratar-, y compartir tiempo y espacio con la cámara como oficiante…
15 ABRIL 2010
© 2010 pepe fuentes