…Hay otro tiempo del retrato que ya no pertenece al retratado. La sesión de toma ha terminado y me quedo solo con los rollos expuestos. A partir de este momento toda la responsabilidad es mía. No hay excusa posible para el error porque el fotografiado ya no volverá nunca. El tiempo de ese retrato ya ha tenido lugar, no hay vuelta atrás, no habrá otro momento igual, ni siquiera parecido. El revelado de los negativos es una rutina incorporada a las actividades conocidas del fotógrafo. No tiene por qué haber problema. La clave está en el siguiente paso: el análisis y cuidadosa elección del «Negativo»,el que guarde el aire y la sombra (Barthes). El resto del proceso fotográfico es artesanal. Dotar a la copia del aura, de la precisa correlación de tonos e intensidades que infundan espíritu y expresión al retrato. Un determinado tono de gris, o la densidad, o la luminosidad, o la oscuridad, o cualquier otro matiz tonal, que permita percibir al retratado con personalidad propia, singularizado y distinto a los demás. Hay fotógrafos muy reputados que aplican el mismo concepto y la misma gama tonal a todos sus retratos: el fotógrafo impone su ley a costa de los retratados. No creo que sea esa la cuestión. Hay que jugársela en cada retrato, porque cada persona es única…