…Todo acabó para nosotros a las doce y media, más o menos. Después, subimos a la zona más alta de la ciudad, cerca del breve y casi extinguido castillo, descansamos al sol y comimos un poco. Iniciamos el regreso, aunque la fiesta seguía. Al bajar por las vertiginosas cuestas fuimos encontrándonos con otras procesiones, santos, bandas de música y capuchones de otros colores; pero ya nos habíamos cansado. A las tres de la tarde iniciamos el regreso; antes de alejarnos echamos un último vistazo a la extraña ciudad encaramada…
27 ABRIL 2010
© 2010 pepe fuentes