…Después de dos horas de subir y bajar calles y calles, empecé a sospechar que tuve una falsa intuición, porque nada me sorprendía. Las imágenes que había imaginado como posibles y prometedoras, aunque entorpecidas por las ruidosas representaciones de mística popular, se habían ocultado; se negaban a asomarse a mi visor. Las calles y plazas vacías y silenciosas se mostraban herméticas e impenetrables. Hay momentos o días en que las ciudades no son propicias y no se entregan; o sí, y es el observador el que es incapaz de ver. No me desanimé y fotografié arquitectura intentando entrever misterios mediante encuadres donde un cierto o supuesto equilibrio de volúmenes, luz y sombra, escrutaran y me ofrecieran lo que no conseguía percibir cuando no tenía la mirada pegada al visor…
2 MAYO 2010
© 2010 pepe fuentes