7 MAYO 2010

…Seguí deambulando al sol. Un poco más adelante, el exiguo castillo de la ciudad y allí, otra vez el aplicado fotógrafo: nos cruzamos presencias y sonrisas «qué bonito, me dije, la hermandad universal de los fotógrafos con propósitos serios y aplicados». Fotografié al fotógrafo (otra vez) y empecé a sentir un cierto cansancio «artístico» y hambre y sed. Lo del «arte» no tenía arreglo, por el momento, pero lo otro era fácil de resolver: cerveza y un plato de pisto con lomo. Cerca de mí, una pareja joven de orientales tomaban cerveza y aceitunas en silencio. Él tenía una cámara digital (no réflex) con la que fotografió a un gato que se tumbó al sol (el oriental era frugal comiendo y fotografiando). Media hora después se marcharon, silenciosamente…