Dos de Junio I: ayer, uno de junio, caminé acordándome del uno de junio de mil novecientos setenta ¡toda una eternidad desde entonces! No he conseguido olvidarme de todo. Ahora, el recuerdo de aquel día, me resulta irreal, absurdo, improbable. Sé cómo iba vestido (pobremente), y también que casi todas las personas que conocí ese día han muerto. Ninguna de ellas llegó a hacer nada digno de recordar; salvo tener hijos, pero eso no es demasiado difícil a juzgar por la superpoblación mundial. A mí, todavía me queda un buen rato, me parece, y aprovecharé todo el tiempo en hacer algo de lo que merezca la pena acordarse, y así tardar un poco más en morirme del todo. Absurdo, trabajar para vivir después de muerto. Puede parecer que me importa la fama, pero no es así, sólo es que soy un anormal. Conseguirlo no es fácil, al menos para mí. En realidad, con que me recuerden Lucía Mae y Emma Louise por lo que hago, me conformo. Íntima y secretamente, sólo trabajo para mantenerme en su memoria, porque sé que mis acciones no dan para mucho más…
«En la vida no hay temas trascendentales. Las cosas suceden y luego se acaban, y eso es todo». Richard Ford