Dos de Junio III: ahora estoy en mi estudio mirando el reloj impaciente; todavía quedan tres horas para irnos a Lisboa. Echo un vistazo a algunas de las fotografías realizadas en los muchos viajes a esa ciudad, desde mil novecientos ochenta y cinco. Siempre que he ido he fotografiado, claro, pero tengo la sensación de que aún no he conseguido mi fotografía lisboeta. Una de mis intenciones fotográficas es la que titulo «Ciudades«: consiste en obtener al menos una fotografía de todas las que visito. Luego (no sé cuando daré por terminado el empeño), presentarme el trabajo a mí mismo y a los míos. Ya está. No es el momento de contar las características y condicionantes del propósito, porque está vivo, luego sujeto a todos los cambios que se me ocurran. Temo que todo lo que haga sea una falacia, una frivolidad sin auténtico sentido, porque mi paso por ellas es fugaz: sólo soy un turista accidental con una vieja cámara grande. Por si fuera poco, para adentrarse de verdad en ellas creo que es preciso tiempo, rigor, conocimientos, talento, sensibilidad, suerte y algunas cosas más. A propósito de Lisboa, o para cualquier otra, José Cardoso Pires, dice: «Pero nadie podrá conocer una ciudad si no la sabe interrogar, interrogándose a sí mismo. O sea, si no trata de descubrir por su cuenta los azares que la vuelven imprevisible y el misterio de su más íntima unidad».
11 JUNIO 2010
© 2003 pepe fuentes