Dos de Junio IV: escribiré hasta que llegue el momento de salir hacia Lisboa. Naturalmente voy con Naty, mi compañera de viajes y de todo lo demás. Nos conocimos en mayo y sólo dieciocho días después viajamos a Lisboa, para celebrar nuestro encuentro y encantamiento mutuo (precisamente un dos de junio, claro). Para conocer a alguien hasta el enamoramiento total, es conveniente elegir un escenario donde el guión se desarrolle ineludible y felizmente. No podía ser otro que el de -La ciudad blanca- (Alain Tanner, 1983), tan acorde con nuestro carácter y sensibilidad. Deambulamos sin rumbo durante varios días y este era uno de nuestros sitios preferidos, al que acudíamos a diario. Nos sentábamos a mirar el río y los barcos que llegaban y partían continuamente. Podíamos estar mucho tiempo allí, sin hacer nada. Fotografiaba de vez en cuando, especialmente a ella. No había prisa, sólo teníamos un deseo, estar juntos y ya lo estábamos…
12 JUNIO 2010
© 1990 pepe fuentes