14 JUNIO 2010

Crónica de los Lunes VII: lo bueno de estas crónicas es que existan, tengan o no sentido (que lo tienen), la razón: sin ellas todo sería infinitamente más aburrido.  -La azarosa e inesperada mezcla de una primera comunión (católica) y Zamora resultó conveniente y risueña-;-la niña consideró que los zumos de naranja dobles, en París, eran increíblemente caros. La creí-;-todavía era un hombre joven y ya acumulaba en su biografía dos viudedades; a su actual y tercera  mujer se le notaba una cierta inquietud en la mirada-;-aunque no sea fácil de comprobar, hay personas que dicen poseer la facultad de detectar estados de ánimo irritados, sólo por la forma de andar del supuesto airado. Pregunté muy interesado por la técnica y la mujer poseedora de esa increíble facultad me contestó que era cuestión de experiencia. No la creí-;-la banda de los cuatro se componía de dos negros y dos blancos: los blancos eran simpáticos y los negros no, y no era una impresión que tuviera que ver con prejuicios raciales (todavía no soy racista), sino con una percepción cierta y demostrable si no fuera imposible en sí misma-; -de pronto aparecieron en el bar, en el momento en que las horas ya están cansadas, una mujer y un hombre con indumentaria «grunge» (supongo), aunque también podría ser «gótica» o de cualquier otro credo alternativo; bromeamos brevemente  sobre la impotencia y la nada y después nos fuimos todos porque ya no quedaba nadie-.