Tres de Junio…III: luego, subiendo una planta, el palacio real. La monarquía y la religión compartiendo techo, como es natural. El palacio, enorme, austero, sobrio, penumbroso, melancólico; triste, tal vez. Un interminable corredor que recorría el perímetro del palacio, llevaba de unas dependencias a otras; desapacibles y oscuras, tan grandes que desalentaba mirarlas. Los muebles de madera oscura y pesada, y en sus paredes pinturas de los siglos dieciocho y diecinueve, desde donde miraban personajes hieráticos, severos, apesadumbrados. Curiosamente, la visita era gratuita y además se podía fotografiar (sin flash y sin trípode, esto último lo supongo, de cualquier forma no lo llevaba). Fotografié, desde luego, aunque la luz lóbrega y densa era imposible (pero eso era lo de menos)…
3 JULIO 2010
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