Tres de Junio VI: después de comer, el Palacio da Pena. Siempre por fuera. Primero mi cita ineludible con la jardinera del pasadizo de acceso, que fotografié en mi primera visita en mil novecientos ochenta y cinco, y que se convirtió en una de mis fotografías emblemáticas de aquellos años (diario del trece de junio pasado). ¿Por qué? porque me pareció una imagen misteriosa, con un halo de romanticismo decadente muy acorde con mi espíritu y con el del palacio. Aquella fotografía me sigue fascinando veinticinco años después. Quizá mi mirada no ha cambiado en nada. No pude resistir la tentación de volver a hacer la misma toma, aproximadamente, como la recordaba. La cámara la misma: mi vieja cámara grande, más joven entonces (lo mismo que yo); la película lenta, de grano fino; la de ahora, más rápida y granulada; en el ochenta y cinco me ayudé de un trípode, ahora no; y el flash lateral fue y ha sido el mismo. Resultado de entonces: excelente. Resultado del mes pasado: peor, sin duda. El nostálgico autoplagio no me ha salido muy bien, lo que me dice que lo hecho, hecho está, y repetirlo carece por completo de sentido…
6 JULIO 2010
© 2010 pepe fuentes