Crónica de los Lunes IX: demasiados lunes sin crónica. Es el efecto reflejo de demasiados fines de semana sin que ocurra nada reseñable. De cualquier forma, aunque no se haga nada en especial, como por ejemplo mirar abstraídamente la pared de enfrente durante horas y horas, eso ya es algo, y por supuesto susceptible de convertirlo en un escrito fabuloso, probablemente soso, si lo que se pretende es relatar hechos sucedidos (más o menos), pero a fin de cuentas todo se puede (y se debe) contar: -no les hacemos demasiado caso y ellos a nosotros tampoco-;-cenamos estupendamente el menú que nos preparó nuestra amiga T.: revuelto de guindillas de Navarra, revuelto de morcilla de León, carne en salsa y dos estupendos vinos de Rioja. Mientras, un equipo de futbol integrado por jugadores blancos se enfrentaba a uno de jugadores negros. Ganaron los blancos en el último instante. El resultado nos dejó indiferentes-;-nuestro amigo A., fabuló, con mucho éxito por cierto, con lo que podría pasarles en un viaje que tienen previsto realizar al sur: una gasolinera BP en una zona despoblada, de noche, perdidos, abandonados a su suerte, sin coche y sin saber cómo llegar donde pretenden ir. Los oyentes fuimos añadiendo circunstancias inquietantes como un secuestro; un autobús que les llevaría a Murcia; alguien que finalmente les ayudaría pero que les abandonaría desnudos en un descampado-;-el pie izquierdo mejora sensiblemente, pero mi resistencia al cansancio empeora gravemente, sobre todo cuando camino por los mismos y sabidos trechos de mi temblequeante carácter -;-la chica de cara joven y cuerpo no tan joven acertó mi edad con una desviación a mi favor de siete años, que a mí me dio pereza corregir; no obstante todo siguió igual.