Siete de julio II: la fotografía de ayer no pasará a la historia. Seguro. Es sensiblemente mejorable. Empleé tres horas en hacer el recorrido con la cámara (sin ella sólo una). No hice fotografías memorables, pero, como al pájaro filósofo al que el agua le ayuda a reflexionar, para mí, la cámara y el río son la combinación perfecta para que afloren mis recuerdos. Durante años, en mi adolescencia, también paseaba casi a diario, por las tardes, por esta orilla. Entonces era un sendero sinuoso, entre una vegetación asilvestrada y caprichosa. Siempre me acompañaba mi perro, un mastín canelo, grande y combativo que llamábamos Farolín. Mi perro me quería y me miraba con atención y eso era importante para mí porque, al menos durante unas horas al día, me sentía observado con interés…
28 JULIO 2010
© 2010 pepe fuentes