…El mes pasado no pude leer porque viajé durante diecinueve días. Cuando viajo no me quedan energías para hacer otra cosa que desplazar mi cuerpo y las cosas que preciso de un lado para otro. Ya no estoy para titánicos esfuerzos. Pensaré seriamente en viajar lo menos posible, o mejor nada; es muy cansado. A fin de cuentas creo que Claudio Magris tiene razón cuando escribe: «El viaje es también un benévolo aburrimiento, una protectora insignificancia. La aventura más arriesgada, difícil y seductora se lidia en casa; es allí donde nos jugamos la vida, la capacidad o incapacidad de amar o construir, de tener y dar felicidad, de crecer con valentía o agazaparse en el miedo; es allí donde corremos los mayores riesgos»…
2 SEPTIEMBRE 2010
© 2010 pepe fuentes