…En el viaje todo es nuevo; para mí es como mirar mujeres desconocidas y deseables, pero nunca sé dónde encontraré la que me devuelva la mirada de reconocimiento y complicidad. Cuando eso ocurre, y además ella posee una belleza que se dirige directamente a mi corazón y a mi deseo (no siempre coinciden), me pongo en acción desaforadamente y a veces atolondradamente, sin duda impresionado por el efecto del impacto, del flechazo, del fulgor que ilumina el momento. Esa forma de hacer no es la más idónea para el «arte» (aunque sí tal vez para la vida), porque con demasiada frecuencia provoca que cometa errores irreparables al concebir y realizar la «obra fotográfica». Demasiada presión para mi debilidad mental. A partir de mis limitaciones emocionales sólo puedo confiar en el instinto, la suerte, o la generosidad e indulgencia de ella porque también haya sentido lo mismo hacía mí…
6 SEPTIEMBRE 2010
© 2010 pepe fuentes