…Allí, en el Giardino, habitaban la luz y la oscuridad, las ausencias y las presencias, el misterio y la belleza. No dudé que era uno de los momentos de gozo del viaje. Fotografié sobrecogido por las indescifrables señales que percibía a mi alrededor. Las notaba dirigidas a mis sentidos, a mi conciencia estética, a mis sueños de perfección fotográfica. Fui recogiendo una a una las imágenes que me esperaban desde hacía mucho, mucho tiempo. Después de tres horas sentí que no me faltaba ninguna. Eran mis imágenes; las que los dioses me tenían reservadas en ese mágico y perdido lugar. Después, cuando la ceremonia de apropiación acabó, salí de allí con una sensación «sumamente gozosa«.
16 SEPTIEMBRE 2010
© 2010 pepe fuentes