«En Turín todo es aparición. Uno llega a una plaza y se da de bruces con un hombre de piedra que te mira como sólo son capaces de hacerlo las estatuas». Giorgio de Chirico
No concibo el viaje sin vivir durante horas en las plazas de las ciudades que visito. En ellas se condensa la experiencia de mirar la representación de la vida en movimiento. Espacios abiertos y cerrados al mismo tiempo; espaciosos o recónditos, populosos o vacios, inhóspitos o acogedores, pero siempre reveladores e intensos. Cuando me voy aproximando a ellas caminando me invade una cierta ansiedad, un anhelo de belleza única, inédita hasta entonces para mí. En el borde mismo, sin atreverme aún a penetrar en su recinto, miro e intento comprender. Luego, me dirijo despacio al centro y observo el perímetro de edificios que la conforman…