Se podría de mi incesante actividad (que lo es, que existe; sin duda), que se debe a una especie de depresión histérica. Aunque me parece que exagero un poco porque la depresión histérica es una enfermedad y yo no estoy enfermo (supongo); y no lo estoy porque soy un depresivo histérico lo cual me preserva de serlo realmente. Si no me encarnizara con una actividad obsesiva (de algún modo histérica), estaría fuertemente deprimido, pasivo, y eso sería una especie de pre-muerte (una de las peores enfermedades, porque es del alma). Como lo que realmente ocurre es que estoy deprimido, me da por una frenética actividad sinsentido (este diario y otras cosas), lo que neutraliza mi neurosis, y ésta, mi depresión. Se trata de un círculo incesante, no sé si infernal o benéfico, aunque sí terapéutico (creo), que hace de mí un tipo completamente normal y sano (a-artístico). Es decir, una mediocridad; porque mi engañosa salud, mi miedo, o más bien pánico, hace que sea muy prudente y conservador en la gestión de la dicotomía equilibrio-desequilibrio. Si a eso se une una imaginación corriente, el perfil, la textura y la calidad no existen. En consecuencia: materia amorfa, plana, incolora, insípida.
16 OCTUBRE 2010
© 2010 pepe fuentes