25 OCTUBRE 2010

…aunque, en mi caso,  sólo algunas fotografías emergen de esa nebulosa a la que se podría definir como poética, o tal vez automática (desde siempre me han interesado los surrealistas). Lamentablemente, de todo lo realizado hasta ahora, sólo una pequeña parte ha nacido del aliento poético o automático. O tal vez no, no sé; quizá he conseguido más de lo que supongo. Lo único con lo que cuento para medir mis logros como «hacedor fotográfico» son mis sensaciones, y esas están lastradas por la insoportable gravedad de la insatisfacción como telón de fondo. Tengo demasiada obra infectada de racionalismo y esteticismo repugnante. Menuda mierda. Este propósito sólo se justifica en escasas ocasiones, cuando se obtiene un retazo de belleza. En el mundo de la creación fotográfica, o mejor dicho, selección de imágenes (porque los fotógrafos no creamos nada, sólo elegimos objetos, encuadres, momentos y cosas así), lo peor que puede suceder es caer en la inercia disciplinada de lo «bonito«, o casi peor, «original«, invistiendo a esos pobres condicionantes de valores en sí mismos. Absolutos. Refiere Félix de Azúa (no deja de crecer como ensayista y escritor inteligente), que cuando los amigos de Jaime Gil de Biedma le estimulaban para que siguiera escribiendo poesía, éste contestó: «Es que, ¿sabes?, para mí es ya como si hiciera los deberes del colegio».